Título original: Thunderball
Año: 1965
Duración: 130 min.
País: Reino Unido
Dirección: Terence Young
Producción: Kevin McClory
Guión: Richard Maibaum, John Hopkins, Jack Wittingham
Historia: Kevin McClory, Jack Wittingham, Ian Fleming
Con: Sean Connery, Claudine Auger, Adolfo Celi, Luciana Paluzzi, Rik Van Nutter
Reseña: Hugo C
Introducción
En 1965 el mundo no sólo estaba siendo arrasado por la Beatlemanía, sino por la 007-manía. Luego del éxito colosal de Goldfinger (1964), Broccoli y Saltzman se decidieron a hincarle el diente a la Trilogía Blofeld, tres de las mejores novelas de Fleming: Thunderball, On Her Majesty's Secret Service y You Only Live Twice. Sin embargo, la cosa no iba a ser tan fácil como hasta ahora, ya que habría complicaciones por dentro y por fuera.
Para comenzar, estaba el peligro de que el público se cansara de la fórmula ni bien ésta había comenzado. La TV se iría llenando de copias del agente creado por el ahora difunto Ian Fleming, algunas muy buenas y otras deplorables, casi todas con algún elemento de parodia: Get Smart (1965-69) , The Man from U. N. C. L. E. (1964-67), Mission: Impossible (1966-73), la segunda época de Secret Agent (1964-68), I Spy (1965-68), etcétera. En el cine lo tendremos a Dean Martin y sus películas de Matt Helm, comenzando con The Silencers (1966), y a James Coburn con Our Man Flint (1966) y su secuela In Like Flint, e incluso un par de películas de Lando Buzzanca: James Tont Operazione U. N. O. (1965, también conocida como Goldsinger) y James Tont Operazione D. U. O. (1966), aunque quienes terminarán llevándose el premio a la imitación más descarada son los responsables de OK Connery (1967), también conocida como Operation Kid Brother, protagonizada por Neil Connery, el hermano de Sean. Todo esto irá devaluando la imagen de 007 y afianzando los lugares comunes. Sin embargo, el mayor daño será causado por la propia franquicia, que se irá convirtiendo en una serie de remakes y parodias de su película más exitosa.
Operación Trueno, o Bond a contrarreloj
Otra vez sopa. Thunderball (Operación Trueno en España y Latinoamérica) es la primera película que repite la estructura base de Goldfinger. Hasta ahora habíamos tenido tres películas de Bond que tenían formatos distintos, estilos distintos, pero la más exitosa fue Goldfinger y entonces los productores decidieron copiar la estructura de esa película: las chicas Bond, la escena obligatoria que involucra algún deporte o juego de azar en el que Bond y el villano se enfrentan y Bond lo derrota, y así por el estilo, con lo que esta película y las siguientes pasan a ser una serie de copias al carbón, listas de supermercado en las que uno va tildando los ingredientes:
- A ver, ¿está la chica buena?
- Ajá, es la hermana del tipo al que matan y lo reemplazan por un doble al que luego también matan. A ella no la matan, ojo.
- ¿Está la otra chica, a la que matan?
- Sí, una de las ayudantes de Bond. La torturan pero no abre la boca y se traga una pastilla de Gamexane o algo así y muere.
- ¿Y hay alguna chica mala?
- A ver… sí, una asesina a sueldo de SPECTRE. También hace las veces de "ejecutora". Eso sí, no arroja sombreros, pero es re mala. Y Bond se la lleva a la cama, que eso no lo podía hacer con el coreano. Además, tiene una motito que lanza misiles.
- Buenísimo. ¿A qué va a jugar Bond con el villano?
- Al baccarat. De paso aprovechamos y hacemos que Bond desempolve el esmoquin.
- ¿Qué falta? Ah, sí, tiene que haber una parte en la que use un truquito, un gadget o algo.
- Tenemos unos cositos para que 007 respire bajo el agua. Y una cámara de fotos que no se moja.
- Vamos con eso entonces.
Paréntesis. Hubo un tiempo en el que todas las películas de terror terminaban de esta manera:
a. El villano o monstruo era derrotado.
b. La parejita protagonista se congratulaba con alguna frase como: "Oh Mary, la pesadilla ha terminado".
c. El villano o monstruo se levantaba y los mataba, o de alguna manera les arruinaba el festejo.
d. Ahora sí, los créditos finales.
Uno sabía que si veía una película de terror, si decían "todo ha terminado", era mentira, a los dos minutos reaparecería el asesino, o quien fuera, y ese final feliz sería desmentido con una continuación que implicaba la muerte o la derrota de los protagonistas. Eventualmente se abandonó ese recurso al "falso final" ya que se había terminado por volver predecible. Y lo mismo sucede con las películas de James Bond: siempre se puede predecir cómo terminarán. Bond siempre sale ileso, siempre se queda con la chica, etcétera. Por ejemplo, siempre hay una escena en la que el villano le explica sus planes, una de las tantas cosas que luego parodiarían (con razón) las películas de Austin Powers. El tipo le decía: "Mire, Sr. Bond, con esto destruiré el mundo. Cuando baje esta palanca, el misil va a salir disparado, y la única manera de detenerlo va a ser apretando este botón rojo." (¿Para qué tanta cháchara? El villano siempre termina disparándose en el pie.)
Creo que fue Umberto Eco quien escribió en alguno de sus libros que a los humanos nos gusta la familiaridad, la iteración, el ver que una cosa se repita, de ahí el placer de lo lúdico y el origen de los juegos infantiles. A ese amor por lo familiar apelarán las películas de James Bond de aquí en más, y uno irá al cine a ver variaciones de la misma película. Nada que ver con las novelas de Fleming, que son heterogéneas: hay mejores, hay peores, pero todas tienen estructuras distintas, incluso las de la última época, cuando todas terminaban con Bond en el hospital o malherido y al cuidado de la chica de turno. Pero no nos vayamos tan lejos; en Moonraker, la tercera novela de la serie, ni bien termina la aventura, Bond trata de seducir a Gala Brand... y la chica lo rechaza olimpicamente. Y ahí termina el libro: se va cada uno por su lado, fin. (Al menos esta vez 007 no terminó en el hospital, pero lo interesante es que en las novelas no siempre Bond se queda con la chica.)
Thunderball es una película que te enfatiza el contrarreloj, la cuenta regresiva en la que tenés 24 horas, o 72 horas, o lo que fuera, para cumplir la misión. Entonces cada minuto cuenta, a diferencia de otras películas en las que Bond se toma su tiempo, sale de paseo con la chica de turno, viaja a Corfú y se come unos higos o se pone a lavar el Aston Martin en casa. Uno espera que en cualquier momento aparezca el villano y le diga:
- Pero, loco, ¿me vas a parar el carro o no?
- Uf, no hay apuro. ¿Qué tal una partidita de backgammon?
Pero en Thunderball el villano ha secuestrado un par de cabezas nucleares y amenaza con lanzarlas si en 72 horas no le dan unos pesos, así que uno termina contagiado de la ansiedad y calcula mentalmente cuántas horas toma un vuelo desde Londres a las Bahamas, y cuánto tardará Bond en empacar. Y cuando el tipo se pone a jugar a las cartas con el villano, uno tiene ganas de decirle: "¡Aflojá con la baraja, flaco, que tenés que encontrar los petardos!" Eso es lo que separa a Thunderball del resto de la serie: un sentido de urgencia. En lo demás, es igual a cualquiera de las otras películas.
O casi, porque Thunderball se lleva la palma por ser la primera película de la serie a la que le sobran minutos. Donde esto es más evidente es en la extensa secuencia de la pelea submarina, que termina siendo una prueba de resistencia para cualquier fanático de la serie, pero afortunadamente hoy en día uno puede saltearse esos interminables minutos y saltar a la confrontación final entre Bond y Largo.
En el lado positivo, tenemos a un Sean Connery ya completamente afianzado en su personaje, y sus escenas con la estupenda Claudine Auger son una auténtica delicia. También tenemos a un Felix Leiter más atlético y creíble que el de la última vez, encarnado por Rik Van Nutter, por aquel entonces pareja de Anita Ekberg.
En esta película también tenemos el inicio de esa suerte de pulsión macabra que hace que varias películas toquen, solapadamente, el tema de la muerte de James Bond: en este caso, la película comienza con el funeral de un tal J. B., que no es 007 sino un tal Jacques Bouvard, encarnado nada menos que por el doble de riesgo de Connery, Bob Simmons (quien, como ya hemos dicho, es el tipo que dispara a cámara al inicio de cada una de las películas hasta el momento). Y también tenemos una escena en la que podemos verlo a Bond junto al resto de los 00.
Hay también algunos errores de continuidad: el más remarcable es el que sucede con los pantaloncitos de Connery, que se estiran y se acortan y se vuelven a estirar en la escena del helicóptero con Leiter. Tras las cámaras, la filmación de Thunderball fue el resultado de intensas negociaciones entre los herederos de Fleming y los otros dos creadores del guión, McClory y Wittingham, ya que la novela de Fleming estaba basada en un guión compuesto a seis manos con estos dos últimos. Terminaron arreglando a Wittingham con unos pesos, pero McClory resultó un hueso más duro de roer y eventualmente terminaría reclutando a Connery para filmar su propia versión de Thunderball, pero eso lo dejamos para más adelante. Por ahora, baste con decir que en 1967 Bond regresaría... por partida doble.
En el blog:
- Dr. No (1962)
- From Russia with Love (1963)
- Goldfinger (1964)