Editorial: Ediciones Record
Año: 1969
Guion: Héctor Germán Oesterheld
Dibujo: Alberto Breccia
Reseña: Ángel Albisu
Es una apacible noche, como tantas otras, y un grupo de cuatro amigos juega al truco. La radio de fondo esta pasando un tema de Palito Ortega. Varias muecas buscan ocultar la jugada en manos del otro. Y cuando una canción de festejo empieza a romper con la calma. De repente, sucede lo peor, una nevada incandescente empieza a caer sobre la ciudad y un tendal de inocentes cadáveres la acompaña. Cambiando así el tranquilo paisaje de unos instantes atrás por uno más oscuro e imposible de ver que el desolador aullido de una noche tan llena de muerte.
Hasta ahí todo coincide con la primera versión. Pero Oesterheld, en esta segunda versión, buscaría cambiar algunos que otros detalles en la invasión que tanto caracterizó a su personaje creado en las míticas páginas de Hora Cero Semanal con los dibujos de Solano López.
En esta segunda versión de El Eternauta, publicada en la revista Gente a partir de Mayo de 1969, puede que el navegante de la eternidad se haya sentido incómodo entre tantos chismes de farándula como de fotos de tipos trajeados con modelos, pero nada de eso lograría intimidar al renovado argumento de su guionista o al dibujo experimental de su nuevo ilustrador.
Y aun así no lograría escapar de ser acusada como una "historieta maldita" y gráficamente incomprensible. Considerándosela para muchos lectores (seguidores a su publicación en la revista o a los que la leyeron después) como una producción acorde a la época que estaba viviéndose. Tanto en el clima político que se vivía en la Argentina, con el estallido del Cordobazo, como en la creciente vida política del guionista. Que no era el mismo que el de 1957 cuando escribía la historia semana a semana.
Otra cosa que no fue reconocible para los que habían sido lectores de la primera versión fue el dibujo. Acostumbrados a los rostros y paisajes detallistas de Solano López muchos no supieron apreciar, o siquiera comprender, los negros y blancos de las páginas experimentales de Breccia. En la que nos marca un clima oscuro y no muchas veces comprensible a simple vista. Algo que parecía ir a la par con los cambios que Oesterheld estaba demostrando hacer al guion original.
Por nombrar las más obvias esta el hecho de que no basta con que nos estén invadiendo fuerzas traídas de otros mundos, sino que además, sepamos que los países poderosos del planeta se aliaron a ellas para hacerlo. Entregando el territorio Sudamericano para que los invasores se instalen en la tierra. (Así como que te caen visitas y les decís que se acomoden por ahí nomás.)
Pero el editor de la revista haría que el intentó de Oesterheld de ahondar más en su nuevo argumento se vieran frustrados y les pediría a él y a Breccia que cancelaran la publicación de la historieta en las páginas de la revista.
Algo que puede verse en las últimas entregas en forma de colosales cuadros de texto que buscarían resumir el resto que quedaba por contar de la historia. Aun así, entre tantos inconvenientes, Breccia alcanzaría a darnos su propia y oscura versión de los invasores como de los trajes aislantes con los que se protegían los protagonistas de los mortales copos. Conservando ese suspenso y esa fascinación que buscaba transmitir el dibujo original.
Y puede que haya quedado trunca en cuánto a su refrescante argumento y muy resumida al final, oscura y con dibujos por momentos demasiado absurdos, así como con un sutil lenguaje antiimperialista en el discurso de Favalli a Juan Salvo y los suyos. Pero…
La última palabra queda en el valiente que se animé a leerla. Aquel capaz de preguntarse a si mismo después de terminarla: ¿Es una historieta maldita o algo que fue innovador para su tiempo?
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